A fin de cuentas, Europa no ha sido el Eldorado prometido a los opositores cubanos. Éstos tuvieron que enfrentarse a la brutal realidad económica de la Península Ibérica y descubrieron que los más vulnerables eran abandonados rápidamente a su suerte. También pudieron darse cuenta finalmente de que su Isla no es la antesala del infierno, a pesar de los problemas cotidianos, y de que el sistema de protección social se encarga de proteger a los más débiles.
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