El 18 de diciembre de 2010, el presidente cubano Raúl Castro advirtió a los cubanos que la nación se enfrentaba a una crisis. Las desastrosas condiciones de la economía de Cuba ya no permitían al estado espacio de maniobra para bordear el peligroso "precipicio" de ineficiencia, baja productividad y corrupción. Sin reformas, Cuba se hundiría -y con ella el esfuerzo de todas las generaciones que buscaron una Cuba libre, desde la primera revuelta aborigen contra el dominio colonial español.
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