
Necesitábamos con urgencia un mártir. El lunes 15 de febrero, cuando 23 líderes del Proyecto Consenso Cubano se reunieron en el local del Movimiento Democracia en Miami con el Secretario General del Partido Popular Europeo, Don Antonio López-Istúriz, todos conocían que el prisionero Orlando Zapata Tamayo, quien realizaba una huelga de hambre en Cuba, se encontraba en grave estado de salud y a punto de morir; sin embargo, los debates no se encaminaron hacia las acciones que llevarían a cabo los allí reunidos para evitar su muerte, sino que intercambiaron sobre cómo aprovechar su inminente deceso para desencadenar una campaña mundial contra la dictadura cubana
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