
Durante mi vida he tenido varios encuentros importantes. Por una parte, el cristianismo, de la manera liberadora que lo siento, me provee de esperanzas y me hace inconforme y rebelde. La revolución cubana, por otra, me amplió el concepto restringido del amor que se empeña en remendar con limosnas lo que la justicia se encarga de solucionar de manera definitiva. Pero luego apareció la educación popular de la mano de Pablo Freire. Ella definitivamente me dio el método que buscaba para escuchar a las mujeres de mi comunidad.
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